Hace unos días fui testigo de una situación que me hizo reflexionar. Iba en un taxi por una de las calles más transitadas de Madrid, cuando de repente se nos puso delante un ciclista. Este ciclista, además de ir sin casco, iba conduciendo sin manos, pues las mismas las tenía ocupadas en ir merendándose tranquilamente un suculento bizcocho de chocolate. Aunque mantenía el equilibrio medianamente bien, la bicicleta iba haciendo ligeras “eses” en coincidencia con los bocados al pastel. El taxista, viendo el peligro le pitó brevemente y le adelantó con exquisita prudencia.
La sorpresa fue la reacción del ciclista al pasar junto a él. Pues comenzó a lanzar improperios e insultos contra nosotros y contra el “poco respeto” que hay en la sociedad hacia los ciclistas.En otras palabras, el ciclista, en lugar de ver lo que de verdad ocurría en ese instante con una mente abierta, enmarcó el pitido del taxi para que se ajustara a sus ideas preconcebidas sobre la problemática coches/ciclistas, y se llevo consigo y para siempre su falsa idea sobre lo que estaba ocurriendo.¿Cuántas veces vamos por la vida con la mente cerrada ante nuestras experiencias? Cuando así lo hacemos no vemos la vida con claridad, sino sólo tal como pensamos que es. Las mentes cerradas nos paralizan y hacen que perdamos oportunidades de para aprender y amar. Tenemos unas expectativas sobre los acontecimientos antes de que se produzcan, y afrontamos muchas situaciones con nuestra mente ya cerrada sobre los posibles resultados.Incluso cuando no somos conscientes de ello, nuestras expectativas –implantadas ya en nuestra mente- influyen en cómo vemos a nuestros amigos, familiares o compañeros de trabajo; en cómo interpretamos sus conversaciones o sus actos, y en cómo les tratamos día a día. Es importante aprender de la experiencia, desde luego, pero igual o más importante es no permitir que las ideas preconcebidas contaminen las experiencias nuevas.Las expectativas se basan en pensamientos y experiencias del pasado. Por esta razón pueden impedirnos ver el mundo tal como es realmente. Cuando vamos por la vida con esas expectativas y las aplicamos al presente, abordamos las situaciones con la mente ya predispuesta. De ahí, que muchas veces, cuando esperamos que una situación resulte negativa o problemática, sucede luego así, ya que inconscientemente pensamos y nos comportamos de forma que se ajuste a nuestras ideas y expectativas.Mantengamos, pues, la mente abierta ante todas las situaciones que se nos presenten. irar la vida tal cómo es mucho más interesante –por la lucidez y crecimiento que aporta- que mirarla tal y como nos la imaginamos. Sólo la apertura mental es la única que puede llevarnos a niveles superiores de conciencia, felicidad y realización personal.
Inspirado y transcrito del libro “No dejes que la mente impida tu crecimiento” del Doctor Brian Robinson.
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Diga'm el que penses..... :-D